lunes, 27 de mayo de 2013

Trabajo en familia

La alarma del teléfono hace que me despierte rápido y con violencia - tirin tin tin, tirin tin tin.  Pienso que lo mejor sería levantarse cuando se te da la gana pero hay que hacer que trabajo en algún momento de la semana.

Lejos del trabajo que quiero me conformo, y agradezco porque sino no tendría nada, trabajando con mi viejo y mi hermana. Es algo difícil, ninguno de los tres somos el payaso plim plim y casi siempre hay una puteada con posterior y automática cara de culo que hacen del día laboral una experiencia mucho más divertida. En ese preciso momento comienza una guerra mental que consiste en responder con monosílabos y no prestarle atención al otro.

Como gran parte de mi trabajo se basa en ser el che pibe - porque el chico era super inteligente y estudió periodismo cuando el papa tenía un negocio de camping y pesca - ellos (mi padre y mi hermana a quien alguna vez apodé ''mi padre con tetas'') en algún momento de la jornada laboral van a terminar pidiéndome algo. Fin de la guerra mental. 

Lo más vertiginoso de mi día de trabajo fue hacer un café. Mientras tanto sigo mirando el monitor con cara de concentrado y hago garabatos en un papel que solo tiene escrito los lugares donde me gustaría estar trabajando. 

      

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