lunes, 6 de abril de 2015

Con ganas

Después de un par de semanas complicadas en lo laboral y varios meses sin escribir, me dieron ganas y por eso aquí llego con ganas.
Cambios de horarios, domingos sin la familia y otros temas que cuando llegan a la mesa de trabajo generan bronca y parece que nada va a ser igual y que todo es una mierda. Charlas y debates con compañeros; los más grandes opinan, piden tranquilidad, el resto se calienta y busca alguna salida para ésta situación que parece ser el fin del mundo.
Llego a casa, las nenas juegan, Maria me mira con cara de chocame la mano que estoy en la lona y te toca entrar al ring a vos a pelear contra estas dos luchadoras con armas letales de mocos y caprichos. Las amamos, eso esta claro, pero los niños y los quilombos en el trabajo son como lechón frío y cerveza, por algún lado explota.
Charlamos de lo que pasa, de como vamos a organizarnos, puteeamos un rato largo, tomamos mate y otra vez a prepararse que las niñas ya están en el ring otra vez y nos miran con cara de "que te pasa gil ya te cansaste". Nos reímos con las locuras de Am por ser una chica superpoderosa y vivir adentro del TV y las ganas de Nina por caminar y seguir haciéndose chichones a cada paso que cae al suelo y vuelve a arrancar.
Salimos de casa y Maria me dice: "te acordas de Marie, la chica que sigo en Twitter y que hablé un par de veces". Yo me acuerdo, le digo que sí, Marie tiene cáncer, tiene los huevos más grandes que cualquier de los pelotudos que te grita y te amenaza porque tiene poder. Ella no tiene "el poder", el poder la corre por todos lados y sabe que le va a ganar. Ella lo mira y se le caga de risa. Eso es tener huevos, pararte de frente al final y reírtele en la cara. Los que tienen poder gritan y amenazan porque creen que tienen huevos, porque el lugar donde están los hace pensar eso, pero solitos en la casa por cosas menores a éstas se convierten en unos cagones.
Vuelvo.
Me acordé de Marie. Me acordé de las nenas, de mi Maria, de mi familia y de todo. Una mierda, me sentí eso. Un boludo que se quejaba por cosas menores, por cosas que pasan, que se van, que van a cambiar, que se pueden cambiar y mientras tanto una mujer que no conozco escribía en Twitter lo que no era tener miedo, lo que era tener huevos, estar segura, saber que lo próximo era el final y que dejaba tanto, una familia, un marido y un HIJO.
No había nada más para discutir.
No quiero discutir más, quiero seguir puteando a la vida por estas cosas, porque no las entiendo, pero quiero aferrarme a todo lo que tengo y no soltarlo y estar contento por tenerlas un día más conmigo.
A Marie le envidio ese puño apretado y la sonrisa.