domingo, 30 de agosto de 2015

La última $ena

Parece que éste mediodía lo fue, si bien la $ena se hace a la noche, soy un hombre que titula a su gusto. Hoy como hace mucho tiempo no ocurría, María y yo pudimos disfrutar una copa de vino y una rica comida mientras Nina buscaba roña con un chiquito y Ampa intentaba salir volando del tobogán - todo sucedía en el sector de juegos.

El lugar, un restaurant. Sin dudas, la última salida de la familia sustentada por nuestros medios - todos los familiares que nos quieran invitar en los próximos meses serán bienvenidos. Lo hicimos con ganas, y con que ganas, porque es la batiseñal de que para nuestro nuevo hogar falta poco. Porque hoy todo es cuanto nos pasa Roberto por colocar los cerámicos, cuanto nos sale poner el tanque y cuanto nos queda para ésto y aquello.

Por suerte, hoy  todo es hacer cuentas y saber que no nos da, pero lo hacemos felices después de unos meses donde la nube negra nos seguía y creíamos que nosotros solos teníamos algunos problemas. Luego de varios palos santos y algunas "limpiezas" de hogar, con María nos dimos cuenta que la limpieza tenía que ser nuestra y darnos cuenta que hay que contar la happy story de la familia feliz de la foto.

Ahora soy el Claudio María Dominguez de la familia, pero me la banco. Sin religión es todo positivismo hasta que la persiana se vuelva a embolsar y putee a todo el reino animal del barrio.

Cambiamos el foco, miramos a Nina y Ampa que ya son dueñas del departamento de los abuelos donde claramente nosotros hoy somos inquilinos, porque ellas cambian las cosas de lugar, gritan, corren, patalean y nos van acorralando para el baño.

Dije cambiamos el foco y eso hicimos, todo para la nueva casa y todo para la nueva casa se ha dicho.

Por eso ya nada importa, sólo queremos las fucking navidades en casa.

Fue la última $ena, pero se vienen dentro de poco las primeras comidas en nuestra casa, en nuestro barrio...

Por suerte falta menos, por suerte también vamos a tener más tiempo para leer y escribir a medida que las nenas se hagan dueñas de su patio.

En breve dejamos Maitree para llegar a los Muñecos, el próximo y úlitmo destino de la familia BE.


domingo, 17 de mayo de 2015

Mi domingo es lunes.

Finalmente lo más temido(?) se presentó. Me encuentro en estos momentos completando mi segunda semana de nuevo horario y días de trabajo.
No hay que temer, hay cosas peores, claramente mucho peores y creo que ya lo dejé claro hace como 5 años, que creo que fue la última vez que subí un post.
Gracias a Fontanarrosa y a El Área 18, la tarde se hizo un poco más amena.
Roberto Fontanarrosa, El Área 18, 1982.
Estar un domingo en la empresa puede ser lo más temido y la realidad es que realmente es una cagada; porque mientras el resto de los componentes familiares están disfrutando del día libre yo voy a contramano.
Quiero estar en casa con las nenas y con María, empezar a preparar algo para comer, pero hoy arranco la semana y tengo que estar acá.
Obviamente que desde éste espacio todo parece más dramático, pero la realidad es que no es tan así. Ya está asumido en casa y la familia lo entiende. Pero si uno habitualmente le ponía drama al domingo cuando estaba al pedo en casa, como no le va a poner drama cuando tiene que estar trabajando.
Mi domingo es lunes, hoy arranco la semana. No voy a decir todo pasa o ya vendrán tiempos mejores, porque me parece frases de mierda y porque tampoco es para tanto.
Acá encuentro una manera de sacarlo afuera y decirle a ustedes putitos aprovechen el domingo, sí, el domingo, ese día de mierda que a la noche es una máquina de tirarte películas deprimentes y malas programaciones televisivas. Domingo, ese día de comidas recalentadas. Domingo, ese día de descanso.
Yo no era fanático del domingo.

lunes, 6 de abril de 2015

Con ganas

Después de un par de semanas complicadas en lo laboral y varios meses sin escribir, me dieron ganas y por eso aquí llego con ganas.
Cambios de horarios, domingos sin la familia y otros temas que cuando llegan a la mesa de trabajo generan bronca y parece que nada va a ser igual y que todo es una mierda. Charlas y debates con compañeros; los más grandes opinan, piden tranquilidad, el resto se calienta y busca alguna salida para ésta situación que parece ser el fin del mundo.
Llego a casa, las nenas juegan, Maria me mira con cara de chocame la mano que estoy en la lona y te toca entrar al ring a vos a pelear contra estas dos luchadoras con armas letales de mocos y caprichos. Las amamos, eso esta claro, pero los niños y los quilombos en el trabajo son como lechón frío y cerveza, por algún lado explota.
Charlamos de lo que pasa, de como vamos a organizarnos, puteeamos un rato largo, tomamos mate y otra vez a prepararse que las niñas ya están en el ring otra vez y nos miran con cara de "que te pasa gil ya te cansaste". Nos reímos con las locuras de Am por ser una chica superpoderosa y vivir adentro del TV y las ganas de Nina por caminar y seguir haciéndose chichones a cada paso que cae al suelo y vuelve a arrancar.
Salimos de casa y Maria me dice: "te acordas de Marie, la chica que sigo en Twitter y que hablé un par de veces". Yo me acuerdo, le digo que sí, Marie tiene cáncer, tiene los huevos más grandes que cualquier de los pelotudos que te grita y te amenaza porque tiene poder. Ella no tiene "el poder", el poder la corre por todos lados y sabe que le va a ganar. Ella lo mira y se le caga de risa. Eso es tener huevos, pararte de frente al final y reírtele en la cara. Los que tienen poder gritan y amenazan porque creen que tienen huevos, porque el lugar donde están los hace pensar eso, pero solitos en la casa por cosas menores a éstas se convierten en unos cagones.
Vuelvo.
Me acordé de Marie. Me acordé de las nenas, de mi Maria, de mi familia y de todo. Una mierda, me sentí eso. Un boludo que se quejaba por cosas menores, por cosas que pasan, que se van, que van a cambiar, que se pueden cambiar y mientras tanto una mujer que no conozco escribía en Twitter lo que no era tener miedo, lo que era tener huevos, estar segura, saber que lo próximo era el final y que dejaba tanto, una familia, un marido y un HIJO.
No había nada más para discutir.
No quiero discutir más, quiero seguir puteando a la vida por estas cosas, porque no las entiendo, pero quiero aferrarme a todo lo que tengo y no soltarlo y estar contento por tenerlas un día más conmigo.
A Marie le envidio ese puño apretado y la sonrisa.