martes, 14 de octubre de 2014

El roto o el sucio? El roto.

Después de levantarme a la hora que el despertador lo indica, de ducharme rápidamente y de evitar despertar a las nenas, llego el momento de la pregunta. El roto o el sucio?

María me entrega en brazos a la niña bomba, la menor me mira e indica que va a tener una mañana complicada. Le cambio el pañal, lo piso porque lo dejé tirado en el piso. La cambio. Miro la cama, miro la pila de ropa; otra vez la misma pregunta. El roto o el sucio?

Nina - mi hija de casi 4 meses - ya está en los brazos de su madre, desesperada por tomar la teta. Voy al baño, salgo, Nina en mis brazos otra vez. María se cambia, dice que va a hacer mate, sale corriendo y dice no hay tiempo para el mate. El revisionismo histórico dirá que nos echamos culpas por quien no puso el agua. Miro otra vez la pila de ropa. Miro mi cajón de ropa. La incertudumbre matinal de un martes. El roto o el sucio?

Nina se re calienta, ella ya está a upa de la niñera. Yo me estoy yendo. Ya me decidí.

En el negocio los chicos me preguntan. Vos sabes que tenes las bolas afuera del pantalón, no? o qué?

Yo ya me había decidido.

viernes, 3 de octubre de 2014

Fútbol pixelado por codificado

La semana previa a un partido entre Boca y River se vivía en la escuela o en el trabajo de otra manera muy diferente. Había que amigarse o tratar bien al forrito que tenía decodificador. Buscar la manera de llegar hasta la casa. Había que bancarse los gritos en la casa ajena y los festejos. "Sin camisetas porque después nos tenemos que volver caminando y si en una de esas perdemos no falta el pelotudo que nos toque bocina" así terminaba la conversación el viernes a la tarde.

"Che avisó el lungo que el viejo no pagó el deco y no se puede ver el partido". Silencio. Es sábado y todos nos preguntamos que mierda hacemos.

Suena el teléfono fijo. Ya es de noche. Papá putea y se pregunta quien mierda llama a ésta hora. Sin mediar saludo arranca la charla "Ahí averigüe en el bar de la esquina de casa y lo pasan en pantalla gigante pero hay que ir una hora antes y pagar 20 mangos. Qué hacemos?"

"Confirmale que vamos todos. El gordo no tiene un mango pero ponemos dos pesos más cada uno y se lo pagamos"

Obviamente se juntó la plata y llegamos temprano al bar. Sin camiseta y con menos plata que lo de costumbre. El partido se vió con tranquilidad, respetando a esos gordos calentones que nunca faltan y que podían cagarnos a patadas en cuestión de segundos.

Así era un superclásico antes. Un quilombo en pocas palabras, era algo tan difícil como tener sexo - "Era un milagro" dice generalmente el filósofo Dady - pero siempre se podía, al contrario del milagro que pasaba tan seguido como los eclipses.

Hoy los partidos se pueden ver en todas las casas, el forro sigue siendo forro, se metió el decodifcador en el culo y ahora paga como $600 pesos por el Movie Pack.

Antes eramos diez para mirar el partido. Pelebamos, puteabamos, eramos pendejos.

Hoy todo eso sigue estando, lo disimulo bastante, pero las reglas para los partidos cambiaron. Se ven en lo del zurdo, no se insulta a la hinchada, sólo al arbitro. Sólo se gritan los goles y después del partido calladitos durante media hora. La pregunta es ¿evolucionamos?¿crecimos?

Claro que no. Aprendimos a disimularlo y guardarlo para dos fechas en todo el año.



Este gol pixelado y codificado, lo ví, lo grité y lo re contra grité frente a mi amigo el Narigón, frente a su abuela y toda su familia. Ese domingo eramos menos que los de costumbre. Había mucha gente de River y yo llevé la camiseta. "No ves que sos un jetón" sabias palabras de Papá que se acostó a dormir la siesta.

El chelo Delgado jugó todo el torneo bien y Bracamoento milagrosamente fue vendido a Europa, creo. Era un perro lungo pero lo suficientemente inteligente como para escuchar la voz de pito del chelo que en esta imagen le grita "Correte pelotudo, es mía" y luego el sonido más hermoso de la pelota golpeando violentamente la red, con la complicidad artrítica de Comizzo.

El resto es un partido más.

Pero sin pixeles y en la casa de quien se te cante.