martes, 5 de noviembre de 2013

Buenos vecinos

A la hora de dormir después de un día en el que me levanto temprano para ir a trabajar, no soy muy exigente para conciliar el sueño. Es decir, si se escuchan los autos o si algún vecino grita no me perturba. El tema es cuando se juntan el pelotudo del primero A y su cómplice del segundo A, que comparten la misma disociación neuronal.

Uno puede escuchar música, puede mirar tele, puede juntarse con amigos pero hay que pensar en el forro - que soy yo y CIA - que viven al lado. En los complejos habitacionales - porque para ser bien hay que decir complejo a los departamentos - hay que pensar en el otro. Después lamentan cuando el perro convulsiona y deja de caminar pero cuando ladró, te cagaste en el de al lado master.

Entonces, el forro, quien aquí remite, se pone un jogging y una camisa y comienza la recorrida – cual Jason cruzando el bosque - para hacer lo que el resto de los vecinos no hacen, que es tocar el timbre, poner cara de simpático y decir "por favor podes bajar la música un poquito?'' El disociado neuronal te mira aturdido por su negligente manera de tocar la guitarra y agrega ''uhh no me di cuenta''. Te vas a dar cuenta el día que te cague en la puerta y pises el sorete en patas, afirmo mentalmente y me retiro.

Si bien esta situación se ha repetido sólo en un par de ocasiones, el simple de hecho de tener que bajar semi dormido y pedir por favor que piensen en los que quieren dormir, me parece más violento que el relato en si. Porque como no vas a pensar que pared por medio hay otra persona o grupo familiar?


En conclusión, el disociado ahora toca la guitarra y pone la música al palo al mediodía pero nunca se sabe cuando puede volver a atacar. Para la próxima me compro la máscara y la motosierra. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario