A la hora de dormir después de un
día en el que me levanto temprano para ir a trabajar, no soy muy exigente para
conciliar el sueño. Es decir, si se escuchan los autos o si algún vecino grita
no me perturba. El tema es cuando se juntan el pelotudo del primero A y su
cómplice del segundo A, que comparten la misma disociación neuronal.
Uno puede escuchar música, puede
mirar tele, puede juntarse con amigos pero hay que pensar en el forro - que soy
yo y CIA - que viven al lado. En los complejos habitacionales - porque para ser
bien hay que decir complejo a los departamentos - hay que pensar en el otro.
Después lamentan cuando el perro convulsiona y deja de caminar pero cuando
ladró, te cagaste en el de al lado master.
Entonces, el forro, quien aquí
remite, se pone un jogging y una camisa y comienza la recorrida – cual Jason
cruzando el bosque - para hacer lo que el resto de los vecinos no hacen, que es
tocar el timbre, poner cara de simpático y decir "por favor podes bajar la
música un poquito?'' El disociado neuronal te mira aturdido por su negligente
manera de tocar la guitarra y agrega ''uhh no me di cuenta''. Te vas a dar
cuenta el día que te cague en la puerta y pises el sorete en patas, afirmo
mentalmente y me retiro.
Si bien esta situación se ha
repetido sólo en un par de ocasiones, el simple de hecho de tener que bajar
semi dormido y pedir por favor que piensen en los que quieren dormir, me parece
más violento que el relato en si. Porque como no vas a pensar que pared por
medio hay otra persona o grupo familiar?
En conclusión, el disociado ahora toca la
guitarra y pone la música al palo al mediodía pero nunca se sabe cuando puede
volver a atacar. Para la próxima me compro la máscara y la motosierra.
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